miércoles, 24 de agosto de 2011

La violencia detona fervor anticrimen con El Niño Cautivo


CIUDAD DE MÉXICO, 24 de agosto.- En los últimos meses ha crecido la devoción hacia dos santos de la Iglesia católica, pero ello no se debe a una cruzada evangelizadora de la institución religiosa, sino al incremento de la delincuencia, lo cual ha provocado que los feligreses pidan la intercesión y se refugien en lo divino para enfrentar al crimen.

San Benito Abad, un santo al que se pedía originalmente su auxilio en los exorcismos para erradicar al maligno y, por otra parte, el Santo Niño Cautivo, representación del Niño Dios, han ganado devotos en la Catedral de la Ciudad de México y en parroquias de todo el país, particularmente en el norte de la República.

“Santísimo confesor del Señor; Padre y jefe de los monjes, interceded por nuestra santidad, por nuestra salud del alma, cuerpo y mente. Destierra de nuestra vida, de nuestra casa, las asechanzas del maligno espíritu. Líbranos de funestas herejías, de malas lenguas y hechicerías”, dice la oración al también conocido como San Benito de Nursia, que se difunde actualmente.

Aunado a ello, la medalla de San Benito, utilizada en el rito del exorcismo, se ha convertido en una de las más buscadas en las tiendas de artículos religiosos. El objeto, de acuerdo con quienes la portan, se utiliza como una protección ante el demonio que se manifiesta con los múltiples hechos de inseguridad que acontecen.

Elaboradas de aluminio, alpaca, plata o chapa en oro, la medalla se utiliza lo mismo para portarla en carteras, como pulsera, en las puertas de las casas o en los comercios. En el anverso de la medalla aparece San Benito con la Cruz en una mano y el libro de las Reglas en la otra con la oración: “A la hora de nuestra muerte seamos protegidos por su presencia”.

En el reverso se muestra la Cruz de San Benito y un círculo con la siguiente leyenda: Abajo contigo Satanás, para de atraerme con tus mentiras, venenosa es tu carnada. Trágatela tú mismo. Paz”.

San Benito Abad es uno de los santos primigenios de la Iglesia católica que vivió entre los años 480 y 447 y se le considera el fundador de la vida monástica y se le festeja el 11 de julio. Se le recuerda por haber creado la frase: “ora et labora”, que significa “reza y trabaja”.

Dicha frase dio pie a muchas de las canciones del compositor argentino Facundo Cabral, conocido como el mensajero mundial de la paz, quien se inspiró en sus creencias religiosas para honrar a Dios y reconocer el valor humano.

El cantante fue asesinado en Guatemala el 9 de julio pasado, tan solo dos días antes de la fiesta de San Benito Abad, a quien fue encomendado su descanso en el país centroamericano, pues la velación de su cuerpo coincidió con la festividad del santo, que por cierto también ha ganado adeptos en Guatemala.

Benito de Nursia es reconocido como el santo patrón de Europa y entre sus devotos se cuenta al ahora beato Juan Pablo II, quien en reiteradas ocasiones lo recordó como “el padre del monacato occidental, quien marcó la evangelización de la multitud de pueblos que se extienden por Europa”.

Asimismo, ante el aumento de la violencia y los secuestros, la Catedral de la Ciudad de México mantiene abierta la capilla del Santo Niño Cautivo, representación del Niño Dios, que se encuentra en el recinto religioso desde hace casi cuatro siglos.

En los últimos años, debido al incremento de las adicciones y de la inseguridad en el país ha tomado fuerza la devoción a esta representación de Jesús y a sus pies llegan peticiones de todo tipo y de diferentes partes del país.

De acuerdo con fuentes de la Catedral metropolitana, en un principio se acudía a esta imagen para solicitar la “liberación de la boca” de los niños que no podían hablar; de los presos que purgaban condenas injustas y de quienes eran esclavos del alcohol.

Más tarde, se pidió también por la libertad de los adictos a las drogas, pero, recientemente, son comunes las peticiones para encontrar personas extraviadas, para que algún migrante regrese con bien a los brazos de su familia, pero, sobre todo, para solicitar la libertad de una persona secuestrada.

La imagen del Santo Niño Cautivo llegó a la catedral de la Ciudad de México en 1629 y, desde el principio, despertó la fe de cientos de fieles.

Es una talla en madera realizada en España por el sevillano Juan Martínez Montañez. Su hechura fue solicitada por el mexicano Francisco Sandoval quien pretendía obsequiarla a la catedral.

Sin embargo, cuando el donante regresaba en barco con la imagen, fue secuestrado por piratas y llevado a Argel. Aquel hombre solicitó, entonces, a sus secuestradores que, mientras llegaba el pago de su libertad, no llevaran la imagen a una bodega, sino que le dieran el mismo trato que a él.

Lamentablemente, la solicitud y pago del rescate demoraron tanto que el cautiverio duró siete años, por lo que en el viaje de regreso falleció Sandoval. La imagen llegó a la catedral metropolitana acompañando los restos de su donante.

Desde entonces, el Santo Niño Cautivo muestra en sus manos unos grilletes de plata que recuerdan su cautiverio. Por esta razón, a través de ella, comenzó a invocarse la ayuda divina en favor de la libertad física y espiritual de muchos fieles cautivos.

Cada quien para su santo

Mientras las víctimas de la delincuencia le rezan a San Benito, los narcotraficantes le piden a Malverde:

En Culiacán, Sinaloa, hay un templo dedicado a Jesús Malverde, el llamado santo de los narcos. Los lugareños venden librillos que contienen la siguientes oración:

“A ti, Jesús Malverde, que te han llamado ‘el santo de los que hablan fuera de la ley’, a ti nada te espanta. Tú mismo anduviste fuera de la ley y bien sabías por qué lo hacías. Tú supiste lo que era esconderse y andar a salto de mata y contener la respiración para que no te descubrieran, por eso ahora te pido: vuélveme invisible a los ojos de los que me persiguen”.

Héctor Figueroa

No hay comentarios: