domingo, 18 de mayo de 2008

Posesion Diabolica en el Cine


El endemoniado éxito, tanto en taquilla como en reconocimientos de la crítica y el público para El Exorcista (1973), de William Friedkin, constituyó la génesis de una serie de producciones basadas en el tema de las posesiones diabólicas y el rito del exorcismo. El rosario cinematográfico abarca filmes como Abby (1974), de William Glider, Poder maléfico (1974), de G. Assonitis y tratamientos actuales como El exorcismo de Emily Rose o Réquiem: el exorcismo de Micaela.

EL ROSTRO DEL DIABLO

El cine ha “instruido” en la descripción del fenómeno de la posesión: levitaciones, ojos en blanco, vómito verde, llagas en rostro y cuerpo, conductas inapropiadas y violentas, palabras dichas al revés, conocimiento de lenguas antiguas y otros más pero ¿es correcto el abordaje cinematográfico? El padre José de Jesús Aguilar, representante del Arzobispado de México ante la radio y televisión, responde: “El cine necesita de historias fantásticas y de efectos especiales para sorprender pero la mayoría de las conductas son inventadas. Casi siempre son enfermedades o desórdenes de la mente. Por eso se tiene que hacer un trabajo de investigación colegiado (medicina, sicología, siquiatría y religión). Cuando se ha comprobado que no hay ningún desórden sicológico o siquiátrico o de drogas, etcétera. se procede al exorcismo, que es rarísimo. El proceso inicia con la señal de la cruz, lectura de la Biblia, oración y petición de ayuda a los santos e imprecación para sacar al demonio”.

REQUIEM, EL EXORCISMO DE MICAELA (Hans-Christian Schmid, 2006)

Sin cabezas que giren 360 grados ni rostros lacerados, la película propone un acercamiento más humano y mesurado a lo que sería una posesión diabólica y su proceso de liberación. El punto de partida es un suceso real acontecido en un poblado alemán en 1976, en donde una joven católica murió de agotamiento tras varias sesiones de exorcismo. La protagonista es Micaela (Sandra Hüller), una joven epiléptica criada en el seno de una familia profundamente católica. Alejado de los convencionalismos del género, Schmid se concentra en el paulatino enrarecimiento de la conducta de la chica por la percepción de voces y presencias extrañas. Sumida en un infierno personal con periodos de lucidez cada vez más escasos, Micaela será sometida a un exorcismo con el consentimiento de sus padres. El filme se adjudicó el galardón de Mejor Película en Sitges, el Festival Internacional de Cine de Cataluña, y otros 14 premios internacionales.

APARICIONES (Courtney Salomon, 2006)

A principios del siglo XIX en un poblado en el que imperan las supersticiones como “el mal de ojo”, una adolescente sufre violentos ataques de fuerzas misteriosas. Levitaciones, ojos en blanco y fuerza sobrehumana son los indicios de espíritus malignos pero al final, se exponen que la conducta anormal de la chica obedece al abuso sexual por parte de su padre.

EL EXORCISMO DE EMILY ROSE (Scott Derrickson, 2005)

El filme sigue el caso de un sacerdote acusado de homicidio negligente mientras practicaba un exorcismo. La víctima: Emily Rose (Jennifer Carpenter) una adolescente acosada por inexplicables fuerzas demoniacas. Alucinaciones aterradoras y una metamorfosis física gradual que provoca escalofríos en el espectador es parte de la narrativa visual que expone cuestionamientos sobre la veracidad del fenómeno y un mensaje espiritual.

EL EXORCISTA (William Friedkin, 1976)

De entrada, el planteamiento de que una inocente adolescente albergara al demonio era demasiado osado para la época. Friedkin llevó al extremo gráfico el tema de la posesión satánica basado en la novela de William Petter Blatty. Servicios médicos esperaban afuera de los teatros para atender los desmayos y las crisis de los espectadores que no soportaban la imagen de Regan (Linda Blair) con la piel cosida en llagas, su lengua bífida de la que brotaban blasfemias y una serie de conductas sexuales inconcebibles. Y eso que no vieron la versión no editada.

jueves, 15 de mayo de 2008

Podría existir vida inteligente fuera de la Tierra: el Vaticano

Peter Popham (The Independent)

Roma, 14 de mayo. El diario oficial del Vaticano aceptó la posibilidad de que exista vida inteligente fuera de la Tierra, si bien insiste en que esos alienígenas sería “nuestros hermanos” e “hijos de Dios”.

El astrónomo del Papa, José Gabriel Funes, un sacerdote jesuita, dijo al L’ Osservatore Romano que sería nada sorprendente que no existieran extra- terrestres inteligentes.

“De la misma forma en que existe multitud de criaturas en la Tierra, podría haber otros seres creados por Dios (fuera de ella)”, aseguró. La entrevista sugiere que la jerarquía católica podría estar tratando de mostrar a un papa Benedicto XVI más abierto a las ideas de la ciencia moderna, para contrarrestar su imagen demasiado conservadora.

Benedicto XVI ha hablado en favor de la teoría del “diseño inteligente” en el pasado y ha fustigado las ideas de la evolución que no dejan sitio para Dios.

En la entrevista, Funes admite que, para él, la evolución es un hecho y que también cree en la teoría del Big Bang, como la explicación más probable del origen del universo, pero afirma que la Biblia no debe ser juzgada por su falta de precisión científica. “Fundamentalmente, la Biblia no es un libro científico… es una carta de amor escrita por Dios a su gente en un lenguaje usado hace 2 mil o 3 mil años. De tal forma, no podemos hacerle a la Biblia preguntas científicas.”

La existencia de formas de vida extraterrestre no crearía un problema para los creyentes, insistió Funes, “porque uno no puede poner límites a la libertad creativa de Dios. Por lo tanto, serían parte de la creación”.

El papa Benedicto XVI, repetidamente, ha recordado a los creyentes que “la Revelación nos enseña que el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios” y que “el hombre es la única criatura sobre la Tierra a quien Dios dio facultades para actuar por su propio bien, con su libre albedrío”.

La teoría del diseño inteligente es una postura que intenta reconciliar el creacionismo con la teoría de la evolución, al afirmar que si bien sí hubo un proceso de selección natural y evolución, esto no pudo haber ocurrido de no haber existido una “inteligencia superior divina”.

© The Independent