BERLÍN.— Anneliese Michel tenía 16 años cuando creyó escuchar, por primera vez, una voz extraña que retumbaba en su cabeza. Aunque los médicos diagnosticaron epilepsia, la joven siempre creyó estar poseída por el diablo, una certeza que le convenció, con 23 años cumplidos, a someterse a 67 sesiones de exorcismo que acabaron con su vida. Cuando Anneliese murió, el 1 de julio de 1976, la joven pesaba sólo 31 kilos.
Dos años después de su muerte, sus padres y los dos sacerdotes exorcistas fueron condenados a seis meses de cárcel bajo el régimen de libertad condicionada. A pesar de la constancia médica, uno de los exorcistas dijo que el cuerpo de la joven había sido poseído por Lucifer, Judas, Caín, Nerón y Hitler.
El escándalo conmocionó al país y de paso causó un daño terrible al Obispado de Würzburg, que había autorizado las sesiones de exorcismo. La Conferencia Episcopal alemana, para evitar nuevos daños e impedir que se le acusura de practicar ritos medievales, modificó su postura oficial y, junto con condenar el rito al olvido y al silencio, declaró que la joven sufría de una enfermedad mental.
Desde entonces, la práctica del exorcismo fue considerada un tema tabú en la primera potencia económica de Europa y un silencio de catacumba reinó en el país de Lutero y del Papa Benedicto XVI. Pero la Iglesia católica siguió activa en su eterna lucha contra Satanás y respiró aliviada cuando el Vaticano dio a conocer, en 1999, una reforma al Tratado “Rituale Romanum” vigente desde 1614 con el que declaró la guerra al demonio en el planeta Tierra.
Según las nuevas instrucciones del Vaticano, los obispos pueden autorizar en Alemania y en el resto del mundo, un exorcismo, sólo si dos informes psicológicos confirman que la “víctima” no sufre de una enfermedad mental y si desea la ayuda de un exorcista.
Gracias a un trabajo de investigación de dos años realizado para la radio estatal WDR, el periodista Marcus Wegner descubrió que el arzobispado de Padeborn autorizó tres prácticas de exorcismo en los últimos nueve años y que otros 18 casos llegaron a manos de los obispos para su aprobación.
“Incluso los expertos señalaron que sólo el buen Dios podía ayudar a esas personas”, dijo el portavoz del arzobispado, Ägidius Engel. “Pero, en comparación con países como Italia y Francia, en Alemania se han dado muy pocos casos”, añadió.
Fue una mentira piadosa. El sacerdote de Freising, Jörg Müller, reveló que en el último año más de 300 personas hicieron solicitud, asegurando estar poseídas por el diablo.
“Las terapias médicas no ayudaron y por eso querían la ayuda de un exorcista”, admitió el religioso, que dirige un grupo de sacerdotes, médicos y terapeutas dedicados a tratar los casos donde la medicina tradicional fracasó. A causa del silencio oficial de la Iglesia alemana, nadie conoce el número de exorcistas que siguen en activo en el país ni los casos en los que la Iglesia se ha involucrado. Pero un cura de Polonia, conocido como el padre Wiktor, reveló al periodista Marcus Wagner que sólo en 2007, se realizaron más de 300 exorcismos en el país.
¿Alemania, un país asediado por Satanás? Casi, porque el padre Jörg Müller, junto con afirmar que 90% de los casos que han llegado a su escritorio son personas psíquicamente enfermas, dijo que hay otro 10% que no tienen explicación terrenal. “No se puede explicar todo en este mundo. Por eso, no podemos demostrar que el Demonio existe, pero tampoco que no existe”, señaló, y admitió que su propio miedo ante una maldición diabólica ha crecido. “Quien lucha contra el diablo, tarde o temprano tendrá que enfrentarse personalmente con él”, confesó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario