sábado, 9 de abril de 2011

Brujería, alternativa en tiempos de crisis


Monterrey, NL.- Pese a la modernidad y los avances de la tecnología, entre los habitantes de Monterrey hay un retorno al animismo, gracias al cual consultan a chamanes o curanderos con la finalidad de resolver diversos problemas desde económicos, de seguridad, salud o sentimentales.

De hecho, ante las presiones de la vida cotidiana suelen ser los personajes más solicitados para personas ávidas de hacerse de algún amuleto o participar en ritos ancestrales para atraer la buena suerte, prosperidad o al ser deseado.

Aunque la brujería en todas las comunidades pasa por una lógica terapéutica o por la solución a una enfermedad, cada vez es más frecuente que se le busque como respuesta a otras necesidades y vacíos de la sociedad.

Así lo considera el antropólogo social Roberto Rebolloso, para quien en los grandes momentos de crisis históricas y regionales, los pueblos persiguen soluciones a partir de este tipo de prácticas.

“La brujería responde no sólo a la enunciación de complejos mundos cosmogónicos, sino también a condiciones totalmente objetivas, las comunidades responden también a las presiones sociales y éstas son formas de cauce. La brujería es una expresión en momentos críticos de las culturas”, explica.

El investigador cita que, en medio de la crisis por devaluación en la década de los 80, se pusieron de moda los ritos narcosatánicos, así como una ola de santería cubana, y más recientemente, el auge del culto a la Santa Muerte.

A lo largo de su trabajo, el especialista ha encontrado que es enorme la diversidad de personajes, formas y nombres en las comunidades para designar a quienes llevan a cabo los rituales.

“Hablamos de un gran número de especialistas y rituales, una gran cantidad de oficios, un conocimiento que es múltiple y que nuestra sociedad occidental en su ánimo de traducir los reduce o simplifica en magia buena y magia mala, magia blanca o magia negra”, precisó.

Brujo, santero, curandero, chamán –palabra que tiene más un uso desde la antropología–, adivino, tecocol –el que sabe hablar–, son algunas designaciones.

El sentido de su uso tiene que ver, a veces, con lo que el creyente busque. Por ejemplo, el antropólogo Pablo Gaytán cuenta que en Temoaya, comunidad del Estado de México, se presentó un caso de una mujer que a la hora de pagar por un trabajo para alejar al novio de su hija, mencionaba que buscaba a un curandero. No obstante, el novio no lo verá como obra del curandero, sino de un brujo.

Sólo por mencionar, un “brujo” del mercado Juárez no anuncia los “amarres” como trabajos de brujería, sino como oficios ligados a la santería.

Si bien muchos de esos seres y dimensiones son herencia española, católica e indígena, en la actualidad ha habido lo que los especialistas llaman una readecuación y trasposición.

Gaytán refiere que como en las ciudades contemporáneas, en esas dimensiones y entidades existe un “panteón de divinidades” organizado jerárquicamente de forma muy semejante a la de un gobierno.

“Así como nosotros tenemos presidentes, gobernadores, síndicos y policías, en los panteones divinos hay un presidente del infierno; el señor del Agua tiene a sus topiles o policías, hay un secretario de la Tierra, etcétera”, describe.

Del argot brujeril
Brujo (a)
: Persona supuestamente dotada de poderes mágicos en determinadas culturas.
Curandero (a): Persona que, sin ser médico, ejerce prácticas curativas empíricas o rituales.

Santero (a): Persona que cree o practica la santería (sincretismo entre creencias africanas y la religión católica).

Chamán: Hechicero al que se supone dotado de poderes sobrenaturales para sanar a los enfermos, adivinar, invocar a los espíritus, etcétera.

Adivino:
Persona que predice lo futuro o descubre lo oculto, por medio de agüeros o sortilegios.

Trabajo: Preparación por medio de poderes sobrenaturales de una persona para protegerla o para perjudicarla, y de una cosa para usarla como amuleto.

Amarre: Encantamiento para asegurar que alguien quede enamorado y sujeto a la voluntad y arbitrio de otra persona.

Fuente: Diccionario de la Real Academia Española

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